La historia de un hotel parado en el tiempo de la felicidad

Historias de la ciudad
Por Ana Fernández
Guardamos recuerdos para no olvidar el tiempo vivido, los llenamos de valor y de sentimientos y a veces esos recuerdos habitan en objetos, lugares…
Esta es la historia de un gran amor, el amor que mantiene vivo el espíritu del Hotel Olympia en Las Palmas de Gran Canaria, calle Doctor Grau Bassas, 1.
Un hotel parado en el tiempo de la felicidad, conservado con mucho cariño por su propietaria Victoria Land Morales.
Victoria vivía en Inglaterra pero pasaba los meses de verano en Gran Canaria de donde era originaria su madre. Meses de playa, de familia y de guateques y durante el verano de 1961 en una fiesta pidió al “pinchadiscos” que le pusiera una canción y este le robó el corazón.
José Ramón de los Reyes Pérez Báez, el pinchadiscos, era hijo de un empresario muy reconocido que decidió invertir para transformar el chalet familiar en un gran hotel y aprovechar el boom del turismo sueco en Canarias. José Ramón se puso al frente del negocio para dedicarle muchas horas y conseguir pagar a todos sus empleados. Victoria y José Ramón eran un matrimonio enamorado, habían creado una familia con dos hijos y disfrutaban de la vida, de los amigos y de sus pequeños.
Un día recibieron una invitación para asistir a la inauguración de un nuevo hotel en Playa del Inglés y decidieron alquilar unas habitaciones junto con un matrimonio amigo. Marcharon el 30 de abril y durante el trayecto José Ramón le contó a Victoria que tendría que ir al día siguiente para pagar a sus empleados ya que para él era primordial que tuvieran su sueldo a tiempo, pero que no tardaría en volver. Mientras Victoria se preparaba para asistir a la gran inauguración, José Ramón marchó a la ciudad a hacer su trabajo, a la vuelta quedó con un amigo que también iba al sur y se siguieron en los coches. Victoria ya estaba lista para el evento y por fin llegó el amigo de José Ramón pero su amor no llegaba. Le preguntó que por qué no había llegado y le respondió que le había perdido de vista en una curva de la vieja carretera, se temió lo peor y le pidió que la llevara al lugar donde desapareció y allí se encontró con la peor pesadilla que se pudiera imaginar, el coche volcado en el barranco y su amor perdido para siempre, enloqueció de dolor…
A partir de ese momento, su suegro le negó la posibilidad de trabajar en el hotel y tuvo que marchar de nuevo a Inglaterra para mantener a sus hijos y trabajar duro para conseguir en 1981 comprar la propiedad. Su suegro aquejado por la crisis económica tuvo que venderlo y llegaron a un acuerdo.
Entrar en el Olympia es respirar recuerdos llenos de amor, Victoria tiene la mirada de la elegante y luchadora mujer que es y una sonrisa llena de amabilidad y cariño.
*Hace unos días que su amado perro Jaime se ha ido, pero tenemos una última foto para eso tan importante que es la memoria de cuando amamos a la vida.»
El Hotel Olympia lleva abierto 57 años…