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Sebensui A. Sánchez nos habla de su vida con el poeta Leopoldo María Panero

Sebensui A. Sánchez nos habla de su vida con el poeta Leopoldo María Panero

El Contorno del Abismo
Vida y leyenda de Leopoldo María Panero
J. Benito Fernández

Por Sebensuí A. Sánchez

Con motivo de la edición ampliada de la biografía de Leopoldo María Panero, y sus últimos años locos en Canarias, se intenta cubrir una época muy importante de su vida, ya que estuvo viviendo en Las Palmas de Gran Canaria, los diecisiete últimos años de su vida, de 1997 a 2014. Esta nueva edición del libro llega a tener casi cien páginas más haciendo un repaso exhaustivo por casi todas las personas que rodearon a Panero en esos años.

Tuve la suerte de conocerle, por el 2001, si mal no recuerdo; gracias a la amable invitación, una noche, en un bar, del locutor de radio Tino Prieto. Había visto su participación en una revista llamada Noise Club, revista increíble que venía a ser como la versión underground de RockDeLux, donde colaboraba Leopoldo en un festival de poesía celebrado en Madrid en el 96, con gente como Lydia Lunch, John Giorno o John Cale, entre otros.

Desde mi preadolescencia había tenido cierta predilección por una serie de artistas alucinados, heterodoxos y extraños que habitasen dos realidades simultáneas y que no habitasen lugares comunes dentro de los arquetipos del arte y de la cultura. Nunca había tenido oportunidad de conocer a uno de estos grandes personajes en carne y hueso, solamente a través de objetos culturales. Así que el encuentro con Leopoldo fue muy importante para mí, ya que luego se resolvería en una amistad sólida, de vernos prácticamente a diario durante un par de años (para cruz de mi familia) y luego más espaciadamente, pero aún así, nunca terminaría por disolverse completamente el contacto.

Pues allí, acudiendo a la llamada, me cité en el programa de radio nocturno, que dirigía Tino por aquel entonces, y que sigue teniendo en otra franja horaria, me presenté con unos amigos desde casa, en donde habíamos estado fumando marihuana y bebiendo cerveza, estos dos camaradas que conocía desde muy joven, eran, el batería Jorge “El Julaga”, que tocaba en grupos como KxTxPxMx (Komo Tu Puta Madre) o en otras lindezas como, Genital Masticator, uno de los pimeros grupos de Noisecore, y no solo a nivel nacional, sino a nivel mundial, hasta el punto que el pionero del power electronics japonés, Masami Akita, les escribía a principios de los 90’s para comprarles cintas. También, me acompañaba un amigo que conozco desde que tengo once años con el que asistí a mi primer concierto punk/death/thrash etc; en la Plaza Santa Ana, Emilio “El Kurdo”. Antes de entrar en la cabina del programa de radio me dijo que leyera algo, se trataba de un libro con la Poesía Completa (1970/2000) de Panero que estaba sobre una mesa. Lo extraño en todo esto, es que el poema que me mostraba, al azar, era el único verso que había leído de él, y que había visto en el especial del Festimad Poética del año 1996 que antes aludía y que decía así:

Rumpete libros, ne rumpant anima vestra»: que ardan, pues, los libros en los jardines y en los albañales y que se quemen mis versos sin salir de mis labios.

Este sería el primer desconcierto, de varios, que no harían más que acrecentarse esa noche. A todo esto, vuelvo a recordar que estaba algo intoxicado de cannabis, con lo cual todas las sensaciones eran de un notable incremento sensitivo a lo habitual, en mi psique. También es importante decir mi edad en aquella tertulia, entre los 21/22 años, aunque ya había tenido experiencias biográficas accidentadas en mi adolescencia, parecidas a las de Leopoldo. Teníamos intereses y cosmovisiones semejantes, que parecerían constatar lo obvio de que nos termináramos conociendo, aunque, a fin de cuentas, la llegada del poeta sería como un terremoto metafísico – existencialista a mi vida, con mi primer intento de suicidio incluido, del cual no lo culpabilizo, ni mucho menos.

Lo primero que recuerdo al entrar en el programa de Radio Guiniguada de “Encuéntame En Las Ondas”, es que había dos personas discutiendo en latín, una de ellas era Panero, y el otro interlocutor invitado era Pedro Massieu, descendiente de la ilustre familia Massieu de pintores canarios y arquitectos, que poco más tarde se convertiría en uno de mis mejores amigos, hasta el día de hoy. Recuerdo muy bien los ojos de Leopoldo, eran como dos pozos negros sin fondo, ni pupilas, cada cinco minutos se levantaba a orinar y salía del programa, y el señor de la cabina a los mandos técnicos, no hacía más que reírse de las boutades de Panero, que no eran pocas. Recuerdo preguntarle a qué se debía el tremendo desarraigo de su poesía y contestarme:

No entiendo nada de lo que me dices, pero eres muy guapo.

O preguntarle si conoció bien a Eduardo Haro Ibars y responderme: ¡Sí!, pero yo no lo maté…

No me dio tregua ni un segundo, Panero, esa noche, cuando me reía a raíz de sus exabruptos, me espetó un: ¡Me estás crucificando con tus risas!.

Le pedí disculpas en directo, y luego me dijo que no le había molestado. En los interludios del programa, recuerdo que sonaba uno de mis músicos favoritos por aquel entonces, dije, ¡Hey! Suena Tom Waits… Me mira hoscamente Panero, y me dice: Tom Espera, verdad…

Me di cuenta que todo lo que sucedía para ese señor, era como una señal profética que se tomaba demasiado en serio tanto para sí, como para los demás, como para todo el planeta, en un continuo estado de Apocalipsis paranoico, en un recibimiento de augurios permanentes, como si su cabeza fuera una estación de radio. Hubo un momento de esa noche en el que me quedé bastante frío, y fue cuando Leopoldo dijo, de buenas a primeras, durante varias intervenciones, además:

¡Porque llamo a Margarita y no está!, ¡Llamo a Margarita y no está!.

Por aquel entonces yo llamaba mucho por teléfono a la poeta Margarita López Grillo para intentar infructuosamente citarme con ella. Con Panero la definición de vate que sirve tanto como para poeta como para adivino, le venía como anillo al dedo. Recuerdo en una ocasión que le presenté a un amigo mío cerca del barrio de Triana, y se le puso a cantarle alegremente canciones de sus grupos favoritos: Kortatu, Los Toreros Muertos, Alaska y Los Pegamoides….Mi amigo, que no es que vistiera punk en ese momento, se quedó impresionado, y me preguntó que si yo le había hablado de él. Leopoldo era así, tenía mucho ojo.

Hubo un momento muy especial para mí con el, fue la primera vez que lo llevé a mi casa, era de noche, y aún estaba muy fascinado con la figura esencial que había detrás. Me pedía continuamente vasos de leche, hasta que me dejó sin existencias… Recuerdo preguntarle sobre qué idiomas tenía un buen dominio, a lo que me respondió que: Inglés, Italiano, Francés, Alemán, Latín, Griego…se quedó un momento callado, me miró con sus ojos oscuros, idos, sin pupilas, y me dice muy seriamente: …Y español…. Lo cual me hizo gracia, y vi un brillo angelical en su cara que jamás olvidaré, una persona que, a pesar de todo, aún tenía un mágico sentido del humor.

Hubieron muchos momentos especiales con el poeta, y muchos otros sórdidos también.–

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Le pregunté en un recital sobre qué música le gustaba, y responderme Bach, pero diciéndomelo con su tono desgastado: ¡Bah!, y que también le gustaba la música misteriosa.

Hubo instantes de extraña complicidad en mi casa cuando escuchábamos música de ese estilo, que él llamaba misteriosa, recuerdo uno, principalmente, escuchando a los asturianos Mus, en el que estábamos comprendiendo tácitamente el significado abstracto de esa música, experiencia esta que le contaría a Fran Gayo, del grupo, con la que alucinó. Como le dijo a la artista Elba Martínez por teléfono una vez:

En casa de Sebensuí se oye muy buena música…

Hay más cosas que no cuento en esta biografía de Leopoldo, y otras más que podría acordarme, seguramente, que tampoco figuran, como cuando estuve varios días buscándole por Triana para entregarle, nada menos, que cien poemas que había escrito, y que Panero me había pedido como prueba de la calidad de mi escritura, y que prefiero no pensar dónde acabarían. También he podido resarcirme en cuanto a mi relación con su obra, dejando constancia de un libro que escribimos a medias, y con el que me dejó tirado “Escribir Como Escupir”, no sería al primero que le ocurre, y otro libro “Poemas de la locura seguidos de El Hombre Elefante” que sería el único libro premiado en su carrera literaria, a excepción de su primera poesía completa, y donde también había escrito algo con él.

Al final, yo terminaría viviendo en la ciudad que le vio crecer y él terminaría muriendo en la ciudad que me vio nacer. De hecho, círculos concéntricos de la vida, estuve viviendo al poco de llegar a Madrid, con la hija del director de cine, Ricardo Franco, que rodaría “Después De Tantos Años”, lo que funcionaría como la segunda parte de “El Desencanto” de Jaime Chávarri.

Leopoldo, en sus momentos buenos, llegaba a ser muy cariñoso y simpático, a mí me había puesto el mote de “Joyita”, y así me presentaba frecuentemente, cuando hablaba con el pintor Alpasky por teléfono desde mi casa:

“Estoy con joyita”, y luego le decía: “No, no, él es normal”, refiriéndose a mi heterosexualidad. Alpasky, llegaría a pintar un espléndido cuadro de aire cubista, inspirándose en nosotros dos, que se llamó “Poetas Fumadores”.

¡Adiós Leopoldo, estés donde estés!. Aún escucho tu risa contagiosa…

Sebensuí A. Sánchez
21 de Marzo de 2023, Madrid.