Quien quiere lapas que se moje …

Apostando por lo nuestro
Por Vanesa Santana Hernández
Se asoma el verano y con el, tiempos de estar más cerca del mar, de comer en terrazas, de pescadito frito, de vino blanco… y no podemos olvidar que también llega la temporada de las lapas.
Ya sabes, como dice el refrán canario: “Quien quiere lapas que se moje el culo”.
En Canarias se establecen los dos periodos en que se permite recolectar la lapa, correspondientes a los meses de mayo-junio, octubre y noviembre de cada año.
Hace mucho tiempo atrás en Canarias podíamos encontrar bastantes especies de Lapas, aunque ahora apenas podemos diferenciar 4 especies:
lapa de pie negro (Patella tenuis crenata), lapa de pie blanco (Patella ulyssiponensis aspera), la lapa curvina (Patella piperata) y la lapa de sol o majorera (Patella candei).
Su principal característica es contar con una concha a modo de escudo, una especie de “sombrero chino”, con una simetría bilateral y que recubre el cuerpo de estos moluscos en su totalidad.
Bueno, muchas veces no somos conscientes de qué especie nos sirven en el momento de comer, pero esta tradición se remota a la época de los aborígenes.
¿Dónde comer lapas? o bien, ¿Cómo comer lapas?
Hoy en día podrías encontrar mil formas de comerlas, pero yo me quedo con la clásica. En un buen arroz o en una exquisita sopa de pescado.
Para preparar unas lapas a la plancha con mojo verde, todo un clásico, básicamente tienes que ponerlas sobre una plancha de hierro, verter sobre ellas el mojo y ponerlas al fuego hasta que la carne se separe de la concha, algo que tarda unos pocos minutos.
Junto a su potencial gastronómico y cultural las lapas son una excelente fuente de proteínas de alta calidad y una forma sencilla de cubrir las necesidades de zinc y otros micronutrientes en ocasiones insuficientes en una alimentación con mucha presencia de alimentos procesados.
¿Te gustan?
Que te parece si quedamos para una plancha de lapas y una copa de vino blanco de la tierra…